Cuando se dio cuenta de todo lo que le dolía nadó lo más rápido posible para alejarse de ese lugar. Nadó. Nadó. Nadó. Y así sucesivamente. Creyó que había dejado atrás todo lo que le hacía mal, todo lo que ella creía que podía hacerle mal. Se inventó mil trucos, recorrió nuevos lugares, conoció otros cielos y estaba segura de no querer volver. Estaba segura de no extrañar. Estaba segura de haber olvidado todo lo que había querido olvidar. Estaba segura de ser feliz, de otra manera. Estaba segura de no arrepentirse. Estaba segura de no querer volver. Y se detuvo un instante a contemplar...
... sólo que cuando contempló se dio cuenta que estaba parada en el mismo lugar de siempre. Y tuvo miedo (mucho miedo) de haber comprendido cuánto extrañaba ese lugar.
sábado, 13 de febrero de 2010
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