Señor Año Viejo,
Le agradezco mucho por lo compartido hasta el momento. Fue testigo del mayor logro de mi vida y de uno de mis más hermosos sueños. Muchas gracias. Le agradezco también los pequeños detalles que ha tenido para conmigo durante estos doce meses, en especial la ayuda de los amigos y de la familia cuando usted se lavó las manos. No, no, no es un reproche. Sí le reprocho, sin embargo, haberme complicado tanto la cabeza y el corazón. Sepa que no le voy a perdonar las lágrimas de los últimos meses y el corazón agrietado con el que tengo que recibir a su sucesor.
Cordialmente,
Amy.
lunes, 28 de diciembre de 2009
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